Una de las principales razones para usar un sistema de desinfección de salas automático como STERISAFE en espacios sanitarios es la reducción de infecciones asociadas a la atención sanitaria (HAI). La capacidad que tiene un desinfectante por vía aérea de llegar a todos los rincones en una sala es una ventaja innegable sobre los métodos convencionales de limpieza y desinfección.

Otro motivo que suele subestimarse, pero que también es fundamental, es el de mantener la salud y la seguridad del operario de limpieza. La exposición ocupacional a productos desinfectantes puede ser nociva por la toxicidad del producto o por los subproductos de desinfección volátiles (DBP), unas sustancias que resultan de las reacciones entre los desinfectantes y la materia orgánica natural. Por ejemplo, varios estudios han demostrado que los trabajadores sanitarios muestran riesgos más elevados de desarrollar asma relacionado con su profesión, así como otras afecciones respiratorias como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (Ioannou et al., 2017 & Dumas, 2019 & LeBouf, 2014).

Esos estudios demostraron una correlación directa entre la exposición a productos de limpieza de uso frecuente, inluyendo lejía, peróxido de hidrógeno, alcohol o amonio cuaternario, y los efectos adversos sobre la salud respiratoria. Por eso, aunque el uso frecuente y exhaustivo de productos desinfectantes es esencial en entornos sanitarios, el personal sanitario, como los enfermeros y los limpiadores, puede verse expuesto a agentes nocivos.

Una función importante de los sistemas de desinfección automáticos de salas, como STERISAFE, es la de garantizar que nadie, ni empleados ni pacientes, queden expuestos de forma prolongada a subproductos de desinfección.

 

Generación y eliminación de sustancias activas

En un sistema de desinfección automatizada por vía aérea, una sala sellada se llena con una sustancia biocida. La concentración de la sustancia activa aumenta y se estabiliza durante un periodo de tiempo concreto, permitiendo que se expanda sobre todas las superficies expuestas. Por último, la concentración de la sustancia biocida se reduce a niveles seguros para que se pueda acceder de nuevo a la sala. En el caso del STERISAFE, esos 3 pasos se conocen como fases de iniciación, desinfección y purificación, y el proceso completo se llama exactamente ciclo de desinfección en profundidad, o Full-Depth Disinfection Cycle (FDDC). Como el proceso completo se lleva a cabo en una sala sellada, la fase de purificación es el paso más crítico en lo relativo a la exposición potencial a productos biocidas. Aunque el tiempo total de eliminación puede diferir enormemente dependiendo del entorno (concentración de ozono inicial, tamaño de la sala, flujo de aire, temperatura, humedad relativa), en una sala cerrada en condiciones normales, el ozono tiene una vida media de aproximadamente 12 horas (McLurkin et al., 2013). Eso hace que la fase de purificación sea la más duradera en un proceso de desinfección automatizado de salas.

Para asegurar una descomposición rápida y casi completa del ozono hasta llegar a niveles seguros para los empleados, STERISAFE PRO aplica un proceso catalítico. La eficacia del sistema que se emplea se muestra en la Figura 1, donde se compara la descomposición natural del ozono en una sala cerrada con la descomposición catalítica del ozono durante la fase de purificación del FDDC. El catalizador que emplea STERISAFE está compuesto por un catalizador de óxido de manganeso que convierte el ozono en oxígeno. Con un funcionamiento normal, el catalizador no se consume con la reacción y, por tanto, no requiere mantenimiento. Entre las ventajas de este método está la ausencia de subproductos nocivos, ya que el oxígeno es la única sustancia de la descomposición catalítica del ozono. También se puede emplear carbono activado, pero esta solución requiere un mantenimiento frecuente debido a que el carbono se consume durante la reacción con el ozono, además de liberar CO y CO2. La degradación térmica del ozono es inviable ya que requiere un aporte energético elevado y eso puede elevar la temperatura de la sala de forma considerable. Otros métodos para eliminar el ozono incluyen la inyección de químicos que quedan oxidados por el ozono. Aunque el ozono se puede eliminar, se forman muchos subproductos de la reacción que pueden resultar más nocivos para la salud que el propio ozono.

Otras tecnologías que utilizan productos biocidas alternativos pueden o no incluir un proceso de eliminación activo de los agentes. Omitir este paso puede provocar retrasos prolongados en el tiempo del ciclo, o bien requerir accesorios complementarios costosos. Una descomposición incompleta de los agentes activos también puede provocar molestias notables a los empleados y a los pacientes. Por ejemplo, las salas recién desinfectadas que utilicen un sistema automatizado basado en soluciones de aerosol de H2O2/ácido paracético sobre las que se ha informado de olores desagradables, de provocar irritación en los ojos y en las vías respiratorias superiores (Blazejewski et al., 2015). Es importante para la seguridad de los trabajadores y de otras personas garantizar que se pueda acceder a una sala con seguridad después de aplicar un proceso de desinfección automatizado.

 

Partículas, peligros y eliminación

Hay un segundo elemento en la fase de purificación del FDDC que se encarga de otra sustancia volátil en el aire que tiene efectos adversos sobre la salud: las partículas en suspensión. Las partículas en suspensión o la materia particulada (MP) hace referencia a la mezcla de partículas sólidas y gotas de líquido que se encuentran en suspensión en el aire. Estas partículas varían enormemente en tamaño, composición y origen. Suelen clasificarse por tamaño en partículas gruesas y partículas finas. Las partículas gruesas, con un diámetro de ≤ 10 µm, se marcan como PM10, mientras que las partículas finas, con un diámetro de < 2.5 µm, se conocen como PM2,5. Por el reducido tamaño de las partículas PM 2,5, resulta fácil inhalarlas y pueden provocar problemas graves de salud. La exposición crónica a partículas aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Por ahora, no hay un límite de concentración mínimo identificado en el que las partículas muestren niveles sin efectos adversos observables (NOAEL) (OMS, 2014). La postura actual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la de recomendar valores de exposición diaria mínimos, fijados en 25 µg m-3 y en 50 µg m-3 para PM2,5 y PM10, respectivamente.

Las partículas se pueden producir por la erosión de un material (polvo de frenado) o por la agregación y la aglutinación de moléculas de gas (nucleación en un incendio). En algunos casos, las partículas proceden de causas naturales, como incendios forestales, el polen o el moho. La emisión de partículas de origen humano, aunque es inferior a las emisiones naturales, está asociada a la actividad industrial y el desarrollo y tiene un impacto significativo en la calidad del aire y en la salud. Entre las PM10 suelen estar el polvo, la arena y el polen, mientras que las PM2,5 son elementos de menor tamaño que en algunos casos están formados por la interacción de gases condensables y la nucleación. Las partículas que se liberan directamente al aire se conocen como partículas primarias. Aquellas que se forman en la atmósfera se llaman partículas secundarias. Las partículas secundarias surgen de reacciones químicas complejas con gases y otras sustancias volátiles, incluyendo agentes de desinfección comunes (p. ej.: ozono, peróxido de hidrógeno, lejía, amoniaco…) (McDonald et al., 2018, Wang et al., 2019). Aunque las ventajas de contar con un entorno desinfectado adecuadamente son mucho más significativas que los inconvenientes de la generación de partículas, sobre todo en espacios sanitarios, STERISAFE es consciente de la necesidad de abordar este problema.

Por eso, las unidades de STERISAFE PRO están equipadas con un precipitador electrostático (ESP), un dispositivo de filtración que elimina las partículas pequeñas durante la fase de purificación del FDDC. El principio básico de un ESP consiste en cargar las partículas para poder recolectarlas por atracción electrostática. Este tipo de recolección de partículas es más efectivo con las partículas de tamaño reducido que otras tecnologías alternativas basadas únicamente en la gravedad o la centrifugación (Muralikrishna & Manickam).

Para ilustrar la necesidad de recolectar las partículas tras un proceso de desinfección, se realizó una comparación entre dos sistemas de desinfección automática en condiciones equivalentes. La concentración de PM se controló durante los ciclos de desinfección comunes de un STERISAFE PRO (ciclo FDDC) y con un producto de la competencia (H2O2 como agente biocida), y el resultado se muestra en la figura 2. Es importante destacar que la generación de partículas secundarias por un agente desinfectante depende enormemente de las condiciones iniciales del entorno. Por ese motivo, la concentración de PM se muestra en la Figura 2 como unidades arbitrarias. Se puede ver que los dos métodos provocan un aumento pronunciado de PM 1 y PM2,5 al comienzo, pero solo el ciclo FDDC consigue reducir significativamente la concentración de PM hasta su estado inicial.

 

STERISAFE

La solución totalmente automatizada FDDC del STERISAFE PRO proporciona una solución de desinfección completa, desde la generación del agente biocida hasta la desinfección, incluyendo la eliminación del agente activo y de las sustancias potencialmente perjudiciales. Con STERISAFE PRO no es necesario utilizar productos externos ni material adicional para garantizar la seguridad del entorno para los empleados o para cualquier persona implicada en el proceso de desinfección.

Figura 1

Descomposición natural del ozono en una sala cerrada y descomposición catalítica del ozono con STERISAFE. Datos internos.

Figura 2

Concentración de materia particulada (PM) durante un ciclo de desinfección completo con STERISAFE PRO (FDDC, izquierda) y con peróxido de hidrógeno (H2O2, derecha). Datos internos.